Blanco y negro para ambientes con carácter
De tendencia permanente, la decoración en blanco y negro está muy ligada con los ambientes modernos y contemporáneos. Y para añadirle un toque de glamour, nada como una pieza en tono plata que rompa con ese marcado contraste.
La apuesta por el blanco y negro en interiorismo ha existido desde siempre. Incluso ya en los años 20 era fácil encontrar estancias decoradas con piezas donde estos dos colores predominaban. Es por ello que se dice que esta combinación es todo un clásico, porque nunca pasa de moda y porque se adapta a cualquier espacio y estilo decorativo.
El blanco y el negro son lo positivo y lo negativo, la luz y la oscuridad, el día y la noche. Y su éxito radica precisamente en su contraposición, en ese contraste tan marcado, en esa complementariedad tan sutil y a la vez tan distante. Saber combinarlos en un mismo ambiente es saber encontrar el equilibrio entre los elementos portentosos (paredes, suelos, puertas, etc.) y aquellos más moldeables (mobiliario, iluminación, textiles, etc.) y decidir qué tono darle a cada uno para crear un efecto visual atractivo.
Ambos colores se complementan a la perfección generando ambientes con una marcada personalidad, con carácter. Y en esa línea cromática que va de un extremo a otro hay lugar para otros tonos de apoyo, aquellos que visualmente resultan delicados dentro de este contraste y que, por tanto, dulcifican el efecto. Sería el caso del plateado.
Salones, habitaciones, comedores, pasillos, cocina, terrazas… Las posibilidades del blanco y del negro con la complementariedad de la plata son infinitas en cualquier estancia. Paredes blancas decoradas con marcos negros, un sofá negro vestido con cojines blancos y plateados, la mesa de la cocina blanca combinada con taburetes negros, una cómoda negra en el recibido sobre la que se ha colocado una lámpara blanca y un jarrón plateado… Sin duda, se trata de un juego decorativo a tres bandas con muchas posibilidades de éxito.